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1 de julio de 2021
A pesar de las incertidumbres que subsisten, hay indicios suficientes que anuncian una tendencia a la recuperación de la actividad económica ya en el segundo semestre de 2021 y comienzos del nuevo año: en parte por la propia dinámica expansiva de una economía que ha estado constreñida durante más de año y medio; en parte por los incentivos a la iniciativa empresarial europea que ya han comenzado a operar.
En efecto, y centrándonos en el segundo aspecto, se constata ya entrados en el verano, un importante despliegue de programas de ayudas directas y financieras que abarcan campos muy diversos: creación de empresas; I+D+i; modernización del modelo de negocio; transformación digital; economía circular; ahorro energético…
Entre la densa maraña de convocatorias abiertas, muchas empresas se enfrentan a dos problemas: el primero, seleccionar las más adecuadas a sus necesidades; el segundo: planificarlas rigurosamente para obtener las mayores sinergias posibles entre ellas, no sólo en número, sino también en el tiempo, para aliviar al máximo las necesidades de financiación de sus proyectos.
Una empresa que se plantea, por ejemplo, lanzar una nueva línea de producción puede beneficiarse de ayudas a la innovación; ahorro energético; transformación digital; tratamiento de residuos; aprovechamiento de las “segundas” materias primas; contratación… Cada una pertenece a un programa distinto, pero pueden ser complementarias y lo que es muy importante, acumularse coherentemente en el tiempo, para así poder programar eficazmente las mejores soluciones a la demanda de financiación del proyecto.
El desafío, consecuencia afortunadamente de la amplia gama de ayudas disponibles, no consiste sólo en seleccionar el programa y convocatoria más adecuado a nuestro proyecto, sino en buscar además las sinergias con otros que puedan incrementar las fuentes de financiación. Es el momento propicio de poner manos a la obra.
