La vida está llena de desafíos y momentos inesperados que ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación y resistencia, tanto en la vida cotidiana como en la laboral. En este post, exploraremos cómo mantener y fortalecer la resiliencia en diferentes situaciones, proporcionando estrategias prácticas y consejos para adaptarse eficazmente a los cambios y superar adversidades con confianza y determinación.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la habilidad de una persona, sistema o comunidad para confrontar adaptarse y recuperarse de situaciones límite, adversas, traumas, estrés o cambios significativos. Esto entraña, a su vez, la capacidad para salir de las situaciones complicadas con más fuerza, desarrollando el potencial con el que se cuenta y creciendo a nivel personal y profesional.
La relación entre flexibilidad y resiliencia
Aunque parezca que no tengan relación alguna, lo cierto es que la flexibilidad está estrechamente relacionada con la resiliencia y las habilidades blandas. Y es que, a fin de cuentas, si tenemos que hacer frente a una situación complicada, es necesario contar con cierta flexibilidad para no vernos sobrepasados por ella.
La realidad es que la flexibilidad nos permite adaptarnos a los cambios y ajustes necesarios durante una crisis o situación adversa. Esta capacidad de adaptación es un componente esencial, ya que una persona o sistema flexible puede modificar sus estrategias y enfoques según lo requiera la situación. La rigidez, por otro lado, puede llevar a un mayor estrés y a una menor capacidad para enfrentar y superar los desafíos o las situaciones adversas complicadas.
Desarrollar flexibilidad mental y emocional: técnicas para mejorar la flexibilidad cognitiva
La flexibilidad cognitiva es uno de los tres elementos fundamentales de las funciones ejecutivas de nuestro cerebro, junto con el control inhibitorio y la memoria de trabajo. Además, algunos autores, como Joy Paul Guilforld, diferencian dos tipos diferentes:
- Flexibilidad adaptativa: consiste en la habilidad para modificar la predisposición mental de acuerdo con cumplir algunas pautas marcadas por condiciones versátiles.
- Flexibilidad espontánea: habilidad de introducir variedad en las ideas originadas en un momento y contexto no estructurado.
Pero ¿cómo se puede trabajar la flexibilidad cognitiva? Por suerte, existen algunas pautas y consejos que pueden seguirse para entrenar esta capacidad mental:
- Salir de la zona de confort: al vivir nuevas experiencias, el cerebro crea conexiones mentales nuevas, que, en el caso de ser positivas, hacen que se libere dopamina. Esto trae consigo más motivación, lo que ayuda a mejorar el proceso de aprendizaje y la adaptabilidad a situaciones nuevas.
- Modificar tu rutina diaria: ¿qué mejor manera de entrenar la flexibilidad mental que cambiar la forma en que haces las cosas del día a día? Desactiva ese piloto automático y dale la vuelta a tu rutina: cambia el camino que haces hasta tu trabajo ya sea caminando o en coche, por ejemplo, o prueba a hacerte algo de comer que nunca hayas probado. ¡Así de sencillo!
- Cuestionar nuestras propias ideas: ¡es importante desafiar nuestras creencias y suposiciones para abrir la mente a nuevas perspectivas! Pregúntate por qué piensas de cierta manera y busca información que pueda contradecir tus ideas. Esto no solo fortalece la capacidad crítica, sino que también fomenta el crecimiento personal y la empatía hacia los demás.
- Intentar depender tanto de la tecnología: dale un respiro a ese móvil y enfócate en actividades que no requieran de ellos. Lee un libro en lugar de mirar una pantalla, escribe a mano tus pensamientos o realiza actividades al aire libre. Reducir la dependencia tecnológica puede mejorar la concentración, la creatividad y la conexión con el entorno. ¡Lo vas a notar!
Estrategias para mantener a raya el estrés y la ansiedad
Otro aspecto clave para desarrollar una buena resiliencia y flexibilidad cognitiva es mantener bajo control el estrés y la ansiedad. Esto, en ocasiones, no es tan sencillo, y más teniendo en cuenta el ritmo de vida que a veces nos vemos obligados a llevar.
Lo primero que se debe hacer, sin duda, es identificar la fuente de malestar; o lo que es lo mismo: lo que nos está provocando el estrés. Esto nos hará ser conscientes de los motivos concretos, siendo más sencillo ponerle remedio. Tras esto, es fundamental:
- Desarrollar un plan de acción: una vez identificado el problema, el siguiente paso es pensar en posibles soluciones y establecer un plan concreto. Divide el problema en partes manejables y aborda cada una de ellas.
- Priorizar y gestionar el tiempo: organiza tus tareas diarias en función de su importancia y urgencia. Establecer prioridades te ayudará a concentrarte en lo que realmente importa y reducir la sensación de estar abrumado.
- Practicar técnicas de relajación: implementar actividades que promuevan la relajación, como la meditación, el yoga o la respiración profunda, puede ser muy efectivo para reducir el estrés y mejorar el bienestar general.
- Mantener una rutina saludable: asegúrate de tener hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y un sueño adecuado. Estos factores influyen directamente en tu capacidad para manejar el estrés.
- Buscar apoyo: no dudes en hablar sobre tus preocupaciones con amigos, familiares o profesionales cuando sea necesario. A veces, compartir tus problemas puede proporcionar una nueva perspectiva y aliviar la carga emocional.
- Tomar descansos regulares: permítete pausas durante tu jornada para relajarte y recargar energías. Pequeños descansos pueden mejorar tu concentración y productividad, disminuyendo la ansiedad.
- Evitar el perfeccionismo: ¡acepta que no siempre se puede hacer todo a la perfección! Cometer errores es parte del aprendizaje. E n resumen: no seas tan exigente contigo mismo.
Aplicación práctica en el entorno profesional
Saber manejar el estrés laboral en el entorno profesional es indispensable. La aplicación práctica de técnicas efectivas para la gestión del estrés puede mejorar significativamente la productividad y el bienestar de los empleados. Esto incluye la implementación de estrategias como:
- Técnicas de relajación y mindfulness: practicar la meditación, la respiración profunda y otras técnicas de relajación puede ayudar a reducir la tensión y mejorar la concentración, tanto si lo haces en momentos puntuales como de manera rutinaria.
- Organización y gestión del tiempo: planificar el trabajo, establecer prioridades y gestionar adecuadamente el tiempo puede prevenir el estrés causado por la sobrecarga de tareas y plazos ajustados.
- Fomento de un ambiente de trabajo saludable: promover un entorno de trabajo positivo y de apoyo, donde se valoren las relaciones interpersonales saludables, puede reducir la ansiedad y aumentar la satisfacción laboral.
- Equilibrio entre trabajo y vida personal: intenta mantener un equilibrio entre tu vida personal y tu vida profesional. Tu trabajo es importante, pero más lo es tu salud mental y física. Hay que aprender a poner límites si no quieres verte sobrepasado por las situaciones.
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