4 de diciembre de 2024

Scrum vs Agile: Diferencias clave para la gestión de proyectos modernos

scrum vs agile

En el mundo de la gestión de proyectos, Agile y Scrum son dos de los métodos más populares, y aunque pueden llegar a ser parecidos, cada uno tiene su propio enfoque y beneficios. Si bien ambos buscan mejorar la eficiencia, la colaboración y la adaptabilidad, sus diferencias pueden ser clave para el éxito de un proyecto, siendo necesario escoger aquel que sea más adecuado en cada momento. Entender qué los hace únicos te ayudará a elegir la metodología que mejor se ajuste a los objetivos, recursos y ritmo de trabajo de tu equipo, asegurando que puedan responder de manera ágil y efectiva a cualquier cambio o desafío que surja en el camino.

Agile y Scrum como soluciones en un entorno de trabajo dinámico

A la hora de gestionar proyectos, es importante saber elegir la metodología más adecuada. Solo de esta manera se puede maximizar la eficiencia, adaptarse rápidamente a los cambios y garantizar que los objetivos se cumplan de manera efectiva.

En entornos de trabajo dinámicos, donde la flexibilidad y la colaboración son clave, Agile y Scrum se destacan como herramientas de valor. Estas metodologías no solo facilitan la organización y priorización de tareas, sino que también promueven un enfoque centrado en el cliente y un desarrollo continuo, lo que resulta en proyectos más alineados con las necesidades actuales del mercado.

Principios de Agile y su origen en el Manifiesto Ágil

¿Sabes lo que es el Manifiesto Ágil? ¡Aunque te pueda sonar a ciencia ficción es totalmente real! No es más que una declaración de principios sobre cómo desarrollar software de manera más ágil y eficiente.

Todo comenzó en 2001, cuando diecisiete expertos en desarrollo software se reunieron para hablar sobre sus frustraciones con las metodologías tradicionales, como SPICE o CMMI, que consideraban demasiado rígidas y lentas para los nuevos entornos cambiantes. A partir de esa reunión, acordaron llamar “metodologías ágiles” a un enfoque nuevo y flexible, centrado en la adaptación constante y en la colaboración. Esta visión marcó un antes y un después, dándoles a los equipos de desarrollo una forma más rápida y efectiva de trabajar, siempre con el cliente en mente.

Este manifiesto se rige por cuatro valores principales, alineados con los que compartían sus fundadores:

  • Los individuos e interacciones están por encima de los procesos y de las herramientas. Las personas tienen la capacidad de ser creativas y de descubrir nuevas ideas, creando y encontrando soluciones innovadoras. En este sentido, las herramientas deben servir como soporte para que las personas logren sus objetivos.
  • Software funcionando por encima de documentación exhaustiva. O lo que es lo mismo, que comprobar cómo funciona un programa de software tiene más valor que cualquier documento que lo explique, por muy detallado que sea.
  • La colaboración con el cliente por encima de la negociación contractual. Se entiende al cliente como un componente más del equipo de desarrollo, por lo que es necesario colaborar con él y tenerlo presente a lo largo de todo el proyecto. Para ello, el producto tiene ir desarrollándose conjuntamente, ofreciéndole al cliente un feedback continuo.
  • Respuesta ante el cambio por encima de seguir un plan. Si el entorno es cambiante, ¿qué sentido tiene emplear sistemas rígidos que no se adapten a la evolución? Tiene más valor la capacidad de cambio y de respuesta, que la de seguir a rajatabla el plan ya establecido desde un principio. Por esto mismo, las metodologías Agile priman la adaptación y la anticipación, antes que la planificación inflexible de los métodos más tradicionales.

Ámbitos de aplicación: ¿Cuándo es Agile la mejor opción?

Ahora bien, ¿cuándo es más adecuado utilizar Agile? ¿Se puede aplicar a todos los proyectos? Debido a sus características, este estilo de gestión es ideal para proyectos en los que no se conocen todos los detalles desde el inicio, como aquellos sin restricciones definidas, plazos específicos o recursos claramente establecidos.

Este enfoque es también ideal para proyectos en los que la colaboración entre equipos y clientes es fundamental, ya que facilita una comunicación constante y permite incorporar nuevas ideas o ajustes sin que esto implique grandes costos o retrasos. Sin embargo, en proyectos de alta previsibilidad, con requerimientos fijos y resultados claros desde un primer momento, puede ser más eficaz optar por otros métodos que permitan una planificación más estructurada y lineal.

El nacimiento de Scrum como respuesta a necesidades específicas

Ahora que ya sabemos qué es Agile, le llega el turno a la metodología Scrum. En este caso, estamos ante una metodología diseñada para llevar los principios de Agile a la práctica de forma estructurada y efectiva. Scrum nació como una respuesta a la necesidad de gestionar proyectos complejos y cambiantes de manera ágil, permitiendo a los equipos trabajar de forma organizada y eficiente, incluso cuando los requisitos o las expectativas del cliente pueden evolucionar rápidamente.

Con estos objetivos, se centra en un incremental de valor, dividiendo el trabajo en iteraciones bien organizadas y divididas llamadas sprints, que suelen durar entre dos y cuatro semanas. Al final de cada sprint, el equipo presenta un entregable funcional, que hace posible obtener retroalimentación continua y realizar ajustes antes de avanzar. Esta metodología no solo favorece la adaptación, sino que también mejora la transparencia y la colaboración entre los miembros del equipo y con los clientes. Es decir, Scrum lleva un paso más allá los principios por los que se rige Agile, creando un marco de trabajo para los equipos, con el fin de que se cumplan los objetivos planteados por la filosofía Agile.

Comparativa Agile vs Scrum: ¿en qué se diferencian realmente?

Aunque a menudo se utilizan de forma intercambiable, Agile y Scrum no son lo mismo, como ya mencionamos. Agile es un conjunto de principios y un enfoque general de gestión de proyectos que busca flexibilidad, adaptación y entrega continua de valor; Scrum, en cambio, es una metodología específica dentro del marco Agile, que traduce estos principios en prácticas y roles concretos. Pero, más concretamente, ¿cuáles son sus diferencias?

Nivel de flexibilidad y rigidez en los procesos

Agile ofrece mayor flexibilidad que Scrum, ya que permite a los equipos ajustar su enfoque conforme avanza el proyecto. En cambio, Scrum es menos adaptable, debido a que su marco de trabajo es más rígido y estructurado.

Roles y responsabilidades: más allá de la estructura

En Scrum el equipo se forma por el dueño del producto, el equipo de desarrollo y el Scrum Master, teniendo todos ellos un rol definido, así como unas responsabilidades en concreto. El primero es quien organiza los requerimientos del proyecto, el Scrum Master quien se ocupa de que se sigan las reglas, y el equipo de desarrollo el que tiene que entregar el software terminado.

En Agile, en cambio, los roles y responsabilidades no están tan estrictamente definidos, lo que permite una mayor flexibilidad en cómo se distribuyen las tareas. En lugar de asignar funciones fijas, Agile fomenta la colaboración y la adaptación continua entre los miembros del equipo, quienes pueden asumir diferentes roles según las necesidades cambiantes del proyecto. Esto impulsa un enfoque más colectivo y dinámico, facilitando la respuesta ágil a los desafíos y cambios que surjan en el desarrollo del proyecto.

Adaptabilidad y rapidez de implementación

Es cierto que ambas metodologías están diseñadas para responder de manera rápida a los cambios, pero hay que tener en cuenta que lo hacen de formas diferentes. Agile es muy adaptable gracias a que hace posible que los equipos vayan ajustando el enfoque, los roles, y la forma de trabajar dentro del proyecto. Como consecuencia, si hay cambios en los objetivos o en los requerimientos del cliente, estos se pueden implementar de manera ágil sin retrasar el avance.

Scrum facilita una rápida implementación debido a que el trabajo se divide en sprints cortos y debidamente definidos. Es cierto que, efectivamente, su estructura es más rígida, pero por esta razón se asegura que cada sprint termine cumpliendo unos determinados objetivos, haciendo posible que se revisen y se modifiquen al final de cada uno de estos períodos de tiempo.

Cómo decidir entre Agile y Scrum: criterios prácticos

¿Estás a punto de iniciar un proyecto y no tienes claro qué metodología te conviene más? ¿Agile, con su enfoque flexible y dinámico, o Scrum, más estructurado pero adaptable durante las entregas? No te preocupes, aquí te damos algunas claves para ayudarte a elegir la opción más adecuada para tu proyecto.

Tamaño del proyecto y recursos disponibles

Si tu proyecto es pequeño o mediano y cuentas con un equipo reducido, Agile puede ser una buena opción debido a su capacidad para adaptarse rápidamente a los cambios y su menor necesidad de estructura formal. En proyectos más grandes, Scrum puede ser una mejor elección, ya que su estructura proporciona un marco claro y una organización que ayuda a mantener el enfoque en cada fase, además de facilitar la gestión de múltiples equipos si es necesario.

Experiencia del equipo y la cultura empresarial

La elección entre Agile y Scrum debe considerar tanto la experiencia del equipo como la cultura de la empresa. Si el equipo ya está familiarizado con metodologías Agile y se siente cómodo manejando cambios constantes, Agile es una opción ideal, ya que fomenta la flexibilidad y la polivalencia. Por otro lado, si el equipo o la organización prefieren trabajar con estructuras definidas o son nuevos en la adopción de metodologías ágiles, Scrum puede ser la mejor opción. Su enfoque claro en roles y procesos ofrece un marco sólido que facilita la transición y el aprendizaje progresivo.

Expectativas de los stakeholders y la frecuencia de entregas

Es fundamental tener en cuenta las expectativas de los stakeholders y la frecuencia con la que esperan ver avances. Si los clientes o stakeholders requieren revisiones y entregas frecuentes, Agile puede ser mejor, ya que permite ciclos de revisión continuos y ajustes rápidos según sus comentarios. Por otro lado, si prefieren entregas más planificadas y predecibles, Scrum, con sus sprints definidos, puede ofrecer una estructura de entregables periódicos y controlados, que ayuda a mantener el proyecto en el camino hacia los objetivos finales sin tantas interrupciones.

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